Unidad 2: Discursos de identidad social
Lección 3: Discursos de identidad social
En esta lección:
- aprenderemos sobre la construcción de la representación
- analizaremos cómo se construyen diferentes discursos y cuáles son sus posibles implicaciones
Introducción
El concepto de la representación desempeña un rol bien identificable en el arte y la literatura, donde solemos experimentar una obra que pretende “representar” los pensamientos, los sentimientos o el enfoque interno del artista. Muchas veces, consideramos que es el trabajo del espectador contemplar el significado de la obra. Partiendo de lo que nos plantea Stuart Hall en su conceptualización de la cultura como un intercambio de significados, podemos también aceptar la idea de la representación con base en una transmisión de ideas y significados. Por un lado, el artista produce un significado en la creación de su obra, y por otro lado, el espectador construye otro propio desde su posición como audiencia. Ambos de estos lados en el sistema de representación se construyen según condiciones específicas que rigen tanto el contexto de producción de significado como su recepción. La negociación de esta brecha entre lo que quiere mostrar el artista y lo que realmente entiende el espectador pone de manifiesto una de las capas complejas del proceso de representar.
Símbolos
Como leeremos en el texto de Middleton y Giles, la representación no es una transmisión nítida de ideas. Siempre existe la posibilidad de que algo se pierda en los múltiples pasos de transmitir una idea desde la mente hacia la realidad, ya sea en forma de palabras, imágenes, u otros métodos del lenguaje que se forman a través de símbolos. Como sabemos por nuestra formación literaria, un símbolo es algo que representa otra cosa. Por ejemplo, en la novela Mosén Milán de Ramón Sender, los personajes simbolizan el sistema social en España durante la guerra civil, con Paco simbolizando a los campesinos, Don Valeriano representando a la clase terrateniente y Mosén Millán encarnando la posición compleja de la iglesia ante una reconfiguración violenta de la comunidad que encabeza.
Más allá de estas sustituciones literarias, es importante señalar que la lengua misma es realmente un sistema de símbolos que sirven para dar forma a las ideas que nacen en nuestras mentes. En el sistema de lengua, hay un uso arbitrario de signos que en su conjunto forman un significado entendido en forma de palabras y frases. Estas palabras son una representación de los conceptos mentales porque no pueden ser una copia exacta. El ejemplo que nos dan Giles y Middleton es la palabra perro, que visualmente (cómo leemos y juntamos las letras) y fonéticamente (cómo juntamos los sonidos de cada letra) forma un significado entendible para alguien en la conversación que, a pesar de no tener acceso a la imagen mental de la persona que habla, puede reconstruir su propia idea según estos símbolos lingüísticos. Este proceso de negociación de significado ayuda a transmitir la imagen mental, pero no en forma exacta; cuando se piensa en perro, el criterio que se establece es que no es ni elefante ni ratón. Sin embargo, ¿de qué raza es el perro? ¿Cómo es la textura del pelo? ¿Es joven o viejo? ¿Qué tamaño tiene? Todos estos factores requieren el uso de aún más símbolos para poder plasmar la imagen mental original del hablador. Así se forman sustantivos, adjetivos, verbos y todo un sistema de lenguaje para encapsular y transmitir ideas desde una cabeza a otra.
Representación y comunicación
Hay tres conceptos básicos en este proceso de comunicación: el significado, o la imagen mental original, el signo, o el símbolo concreto que representa el significado en forma de palabra, imagen, etc., y el significante, que en práctica es el modo en que el significado realmente se transmite para la otra persona. En otras palabras, la fase del signo—el símbolo—altera el significado en un proceso de traducción. La naturaleza abstracta del significado se tiene que encajar de algún modo u otro en las fronteras establecidas por el signo, que puede aludir a la esencia original del significado pero nunca la puede plasmar enteramente. Los símbolos sirven para traducir nuestras ideas e imágenes mentales a pesar de no poder señalar una copia exacta. El significante, pues, es lo que se genera para la otra persona que tiene que interpretar el signo o símbolo. Aunque el signo reduzca el significado original al traducirlo a un símbolo que sea accesible para una audiencia, también abre las puertas para la reconstrucción de más imágenes mentales. Así, el espectador que ve una obra de arte (un signo artístico) experimenta una riqueza de recepción, ideas, sentimientos y entendimiento, aunque no sea una copia exacta de los procesos internos del artista en el momento original de su creación.
Significado |
→ Signo→ |
Significante |
Imagen mental original del… | El símbolo | Imagen mental recibida del… |
Hablante, Artista, Escritor, etc. | Palabra, Imagen, Sonido, Cuadro, etc. | Oyente, Espectador, Lector, etc. |
Si un significado, representado por un signo, es recibido de forma modificada (un significante) por otra persona por este proceso de traducción. Nos podemos preguntar ¿por qué no hay un caos de entendimiento? ¿Cómo es que llegamos a un nivel de acuerdo sobre los símbolos? Por ejemplo, el símbolo de la palabra perro, a pesar de no tener ningún vínculo directo ni visual ni fonético con la imagen mental, todavía genera una idea más o menos aceptada de lo que representa dentro de un grupo. A pesar de producir una variedad de imágenes mentales, por ejemplo de tamaño, color o marca, la palabra perro plantea un bosquejo general de qué tipo de imagen mental está señalando. Por esta razón, la mayoría de nuestras imágenes mentales de un perro va a compartir un conjunto de rasgos como hocico, patas, cola y pelo que ayudan a entender lo que simboliza la palabra perro. En este sentido, se establecen algunas condiciones que determinan que perro señala algo diferente que elefante, que tendrá sus propias características o determinaciones.
Discurso
¿Cómo es que estamos de acuerdo sobre estos rasgos? ¿Quién tiene autoridad sobre este bosquejo de la imagen mental de perro que compartimos para entender con menos caos este símbolo? ¿Quién decide exactamente cómo un grupo o comunidad interpreta y diferencia entre otros tipos de símbolos? La respuesta está entrelazada en los procesos sociales y de poder que ocurren entre un individuo y el grupo colectivo. Un símbolo llega a aceptarse e interpretarse de forma más o menos homogénea dentro de un grupo mediante el discurso, o cómo el símbolo llega a entenderse y naturalizarse mediante el consenso (y disenso) social. El bosquejo de entendimiento que produce el discurso adquiere autoridad en un grupo, y así los símbolos se pueden transmitir con más facilidad en esa comunidad. Michel Foucault, teórico francés, considera las implicaciones de poder en este proceso de negociación de significado. Aunque el discurso rige la circulación de un entendimiento, también hay una variedad de corrientes alternativas que pueden chocar con ello. Un discurso dominante no puede existir sin un discurso oposicional. Esta relación entre significados, o su disputa, ocurre a lo largo de la historia. Por eso, los signos pueden llegar a simbolizar algo diferente depende del contexto histórico y social.
La palabra ordenador, por ejemplo, se ha adaptado a lo largo del tiempo según el discurso que condiciona cómo la sociedad entiende lo que representa. Este signo solía referirse a una persona que ordena o que pone orden en el mundo, muchas veces en contextos religiosos. Ahora, lo que parece normal dentro de nuestro sistema de códigos de hoy en día, la palabra representa la máquina tan codiciada en nuestras vidas. En otro ejemplo, se puede ver el efecto del discurso en la introducción de nuevos símbolos y negociaciones sociales en cuanto al lenguaje inclusivo que desafía el sistema binario de identidad de género.
¿Cómo juegan estos dos anuncios con los discursos de género?
La lengua, nuestro sistema de representación, siempre está en construcción según la base cambiante del discurso dominante y del subversivo. Los símbolos no solamente se representan en forma de palabras; también pueden existir de forma material. Las estatuas públicas, de íconos históricos como Colón, por ejemplo, son símbolos disputados. El discurso dominante que le ha asignado poder y reverencia a esta figura como explorador venerado está sometido a discursos alternativos de grupos que interpretan este símbolo como uno represivo. La estatua, una representación de Colón que lo re-presenta dentro del espacio y el tiempo, es y seguirá siendo interpretada de diferentes formas según la audiencia y sus contextos de vivir e interpretar el mundo mediante un lenguaje compartido.
Representación fílmica
Se puede ver estas batallas entre discursos en aún otros contextos culturales y representativos. En También la lluvia (dir. Icíar Bollaín, España, 2010), el agua se destaca como símbolo tanto para los personajes como la audiencia de la película. El entendimiento sobre el agua y lo que significa depende de los contextos de cada participante y los discursos que condicionan su propia imagen mental. Una de las tensiones entre discursos está presente a través de la Guerra del Agua subyacente durante la filmación de la película de Sebastián y Costa. El símbolo del agua, para Daniel y sus compañeros con herencia indígena, adquiere un significado distinto de el que promulga el gobierno local. La división que resulta es un problema de cómo un colectivo quiere conceptualizar el agua e incorporarla en su práctica diaria como símbolo cultural y político. Por un lado, Daniel interpreta este recurso como uno que es natural, casi mítico, y que sostiene la vida física y espiritual de la población. Por otro lado, el gobierno interpreta este símbolo según un discurso económico; el agua es un recurso material con valor financiero que se puede usar como punto de comunicación en las relaciones comerciales internacionales. El discurso dominante del gobierno influye no sólo en sus imágenes mentales sobre el agua, sino también en la política que se pone en práctica con respecto a ello: la privatización. Mientras tanto, por sus esfuerzos de mantener un sistema comunitario con el agua, Daniel y sus compañeros señalan que este choque discursivo del presente es, realmente, uno que sigue pautas coloniales. En este sentido, el discurso reprimido de los indígenas replica un patrón histórico que no llega a romperse totalmente en el siglo XXI, a pesar de el discurso poderoso que propone la causa de Daniel.
El equipo de filmación de Sebastián y Costa muestra la imposibilidad de ser neutral ante las batallas discursivas; cada personaje trae su propio trasfondo e imágenes mentales condicionadas por su modo de vivir y ser socializado. Por ejemplo, la escena donde el equipo aprende la palabra yaku pone de relieve las diferencias lingüísticas y culturales. Para los indígenas, este signo conlleva connotaciones vitales, pero para el equipo de extranjeros que no hablan la lengua, es un signo vaciado de su contexto original que a su vez se llena de un interés superficial. Al final, Costa es el que se aproxima más hacia el discurso de Daniel, negociando el símbolo del agua según los términos que propone éste. Cuando Daniel le regala una botella de agua, es porque ya reconoce que Costa compartirá cierto entendimiento de su mensaje deseado. Sebastián, por otro lado, no llega a apreciar los matices de este símbolo y lo que quiere representar para los bolivianos indígenas, lo cual afecta su capacidad de hacer su película por una falta de negociación entre discursos.
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Fuente: Icíar Bollaín, También la lluvia (2010)
Implicaciones
Si bien es cierto que cada uno lleva su propio trasfondo a la hora de interpretar un signo, ¿cómo interpretas tú, como miembro de la audiencia, el agua como símbolo cultural? ¿Cómo negocias tú el significado de la película y su narrativa según los discursos que condicionan tu modo de ver el mundo? Finalmente, para romper el mito de neutralidad ¿cómo te posicionas tú ante los discursos que influyen en la creación de la película y que son producidos por ella?
La representación no se puede aislar de los seres humanos. Se esconde en las palabras que generamos y absorbemos, en el corazón de nuestra lengua, sea en forma escrita u oral. Al mismo tiempo, genera acuerdo y desacuerdo sobre sus referencias e impactos. El discurso, la serie de ideas que busca naturalizarse en la sociedad, siempre se desarrolla en el plano dinámica de la representación y sus participantes. Para emprender un entendimiento de los discursos de identidad, sea una social, de raza, de género u otra forma de entenderse a uno mismo, hay que buscar en las formas de su representación. ¿Cómo es diferente representarse a uno mismo que ser representado por otros? ¿Qué es el rol del individuo en el proceso representación en comparación con el sistema social y normas que guían el discurso dominante?
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