Unidad 5: La memoria cultural
Lección 6: La memoria cultural
La memoria: una introducción breve
¿Qué es la memoria? La palabra en sí parece ser sencilla; según la Real Academia Española, la primera definición del término es la “[f]acultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado”; la segunda, al contrario, es el “[r]ecuerdo que se hace o aviso que se da de algo pasado” (https://dle.rae.es/memoria). Es verdad que ambas definiciones contienen referencias de la recolección del pasado, pero es interesante ver que hay dinámicas y prácticas sociales en torno a la memoria; dicho en otras palabras, que los seres humanos como individuos recuerdan sus propias experiencias a través de la memoria. Además, hay otros niveles de la memoria: una memoria creada entre un grupo de personas de cómo interpretar un evento pasado, por ejemplo.
En esta unidad, hablaremos del análisis de la memoria como un concepto, pero también de las implicaciones de unas dinámicas practicadas con referencia a la memoria. Pasaremos desde la memoria de un individuo a la memoria colectiva, y, después, como la memoria sirve como referente identitario para un grupo. También se incluyen aquí referencias a la interpretación de la memoria, sobre todo cuando la práctica de acordarse de una experiencia es deficiente (así, el silencio, el olvido y el trauma son maneras útiles para pensar y desafiar una memoria). Los últimos componentes de la unidad contienen referencias directas a la memoria de una colectividad, la cual crea una narrativa de una memoria como un “emprendedor de la memoria” con el propósito de establecer una interpretación deseada para naturalizar su poder retórico. Los conflictos entre emprendedores con interpretaciones diferentes sobre una memoria son importantes también.
A veces, no recordamos algunas cosas porque no te parecen importantes ni memorables. Es importante entender que la memoria individual –lo que decidimos recordar como algo importante, con una narración para poder explicar tu experiencia– es afectada por valores generales de la sociedad. Es probable que alguien no pueda recordar unas experiencias definitivas porque no merecían la pena. Pero, cuando nos pasa un evento chocante inconscientemente sabemos que recordaremos esa experiencia como una memoria. ¿Por qué? A veces sabemos que si experimentamos un atentado político, por ejemplo, que lo vamos a recordar por su impacto social y el valor que tiene en nuestro grupo social. Piensa en cómo recordamos el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. En general, una persona crea una memoria individual de acuerdo con los valores sociales y necesidades de la sociedad (Halbwachs citado en Jelin 11).
La dictadura de Argentina: ¿Qué pasó?
El rol del estado en el encubrimiento y el olvido de la memoria: los desaparecidos, el pacto del olvido
El término desaparecido se refiere a una persona forzadamente eliminada, también conocido como detenido desaparecido, durante las dictaduras latinoamericanas. Son las víctimas de secuestros que fueron llevadas a centros clandestinos de detención y tortura. Esta desaparición masiva llevó a un sufrimiento y búsqueda por parte de los familiares a través de organizaciones de la sociedad civil y luego a través de diferentes órganos de justicia transicional como los tribunales.
En 1977, el dictador de Argentina, Jorge Rafael Videla declaró delante de los periodistas: “No, no se podía fusilar [a los disidentes]. […] Había que desaparecerlos. Es lo que enseñaban los manuales de la represión en Argelia, en Vietnam. Estuvimos todos de acuerdo. ¿Dar a conocer dónde están los restos? Pero ¿qué es lo que podíamos señalar? ¿El mar, el Río de la Plata, el Riachuelo? Se pensó, en su momento, dar a conocer las listas. Pero luego se planteó: si se dan por muertos, enseguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién mató, dónde, cómo” (215, del libro El dictador, María Seoane). En esta citación directa, Videla revela la estrategia estatal: si el estado borra toda la evidencia de que había asesinado a una persona, no tenía que involucrarse como causa de la muerte. Así, Videla y su gobierno querían evitar cualquier implicación del gobierno para que no fuera responsable.
Aunque no fuera declarado de manera explícita, muchos argentinos ya sabían que sus queridos eran disidentes; por eso, sospechaban que el estado tenía un rol con la desaparición de esta persona. Es así que manifestaciones enormes se rebelaron en contra de la dictadura, preguntando “¿Dónde están?” para descubrir el destino del familiar. Las Madres de la Plaza de Mayo es un grupo saliente que muestra el rechazo enorme de esta práctica terrible.
Ya se mencionó que la práctica de hacer “desaparecer” a alguien para mantener el control del estado no es la única invención de Videla. Pero asignar un nombre a la práctica sí era nuevo. Generalmente, algunos proyectos políticos quieren borrar (o, encubrir) unos restos (en este caso, disidentes) para suprimir unas explicaciones alternativas de una memoria estatal. Aquí, el gobierno argentino quería borrar la evidencia de los disidentes desaparecidos para que su razón por existir fuera más segura. O, en otras palabras, si el golpe interrumpió la política del país para poder arreglar la economía y mejorar la calidad de vida, el nuevo gobierno también estaría interesado en suprimir toda la evidencia diciendo todo lo contrario, que estaba asesinando a ciudadanos, etcétera. Así que, borrar la evidencia también puede ser una estrategia para mantener o ganar la legitimidad.
Este ejemplo es muy grave, y muestra una manipulación desafiadora de la memoria del pueblo argentino. Pero hay que mencionar también que, para la memoria individual de una persona, hay un olvido natural. El cerebro no puede mantener una recolección perfecta de todas sus experiencias. Una memoria olvidada se disuelve, y se transforma en la nada. Pero la nada típica del olvido total no es lo mismo como el silencio: una persona puede guardar su silencio para no tener que compartir una experiencia suya. El silencio puede ser un acto de resistencia: a veces, las Madres de la Plaza de Mayo guardaban un silencio total para montar su protesta. El silencio puede generar más ruido que un grito. Se usa un silencio así para recordar a una persona (o, a muchas personas) desaparecida(s), y así, el silencio conmemora a su(s) vida(s) de manera resistente.
Al mismo tiempo, el silencio puede ser una estrategia usada por una fuerza dominante. A veces, hay un silencio después de un conflicto porque la sociedad no sabe cómo reaccionar. En España, había un silencio después de la muerte del dictador Francisco Franco en 1975. Después de su muerte, había todavía un sistema entero del gobierno franquista manejando el país. Uno de los últimos actos de Franco era ceder el poder estatal a Juan Carlos I de Borbón para continuar el gobierno franquista. En cambio, Juan Carlos empezó un proceso lento de democratización y reforma del gobierno franquista, la Transición Española (1975–1978). Los franquistas se preocupaban por su posición social, con razón: el pueblo español recordaba el terror de la Guerra Civil y varios actos injustos del gobierno después. Era posible que los ciudadanos españoles quisieran que estos oficiales franquistas fueran culpables por varios crímenes del estado.
Por eso, durante la Transición, los oficiales franquistas requerían que cualquier nuevo gobierno se estableciera sin ninguna capacidad de castigar a los oficiales franquistas por sus acciones durante el régimen de Franco. Este acuerdo, aprobado en 1977, se llama la Ley de Amnistía en España de 1977. La ley también incluye unas capitulaciones para las personas que querían democracia: por ejemplo, se liberaban muchos presos políticos (disidentes encarcelados por sus declaraciones en contra del régimen de Franco). Ahora, la Ley de Amnistía es la ley emblemática que dio lugar al “pacto del olvido”: que la sociedad española decidió dejar el pasado franquista para abrir un nuevo futuro español. El efecto del “pacto del olvido” era adoptar un silencio oficial por parte del estado sobre los crímenes del pasado. Si una persona española perdió su padre durante el franquismo, y que la misma persona también pensaba que el gobierno era directamente responsable, la Ley de Amnistía (y una cultura del olvido) imponía que el estado no pudiera ser considerado culpable. En este caso, el silencio puede impedir la búsqueda de justicia en el presente después de un pasado problemático. Ahora, muchos sectores de la sociedad española buscan medios diferentes (que no sean las cortes españolas) para expresar un deseo más grande para la justicia.
Imagen de los Ministros de Gobierno de Adolfo Suárez el día en que se aprobó la Ley de Amnisitía en octubre de 1977.
Usos diferentes de la memoria: ¿“buen” uso o “mal” uso?
Los últimos comentarios para esta introducción al concepto de la memoria sirven como recapitulación y una pregunta abierta. Las formulaciones (y reformulaciones) de la memoria en la sociedad sirven varios proyectos políticos de unos emprendedores. Los conflictos entre emprendedores diferentes pueden ser productivos; dicho esto, también hay que añadir que estas interpretaciones del pasado son muy diversas. Es posible además crear una interpretación del pasado de manera deficiente: por ejemplo, una obsesión con la memoria prohíbe que alguien disfrute el presente y el futuro. Otra virtud ética asociada con la memoria está mencionada anteriormente: debemos aprender de nuestra memoria. Olvidar de estas experiencias sería un mal uso de la memoria.
A pesar de los conflictos de los emprendedores de la memoria, Elizabeth Jelin nota que el efecto de tantas discusiones por estos grupos es una cultura que está acostumbrada a perspectivas diversas sobre el pasado. El hecho de que hay culturas que interactúan saludablemente con la memoria significa que también hay espacio suficiente para otras voces y narrativas de la historia. Así, compartir la memoria entre más personas es también más igualitario.
Pero no debemos ser completamente optimistas sobre nuestra cultura de memoria. Todavía existen muchas sociedades que refuerzan un tipo de silencio o olvido social para que las crímenes del pasado se desaparezcan sin desafío. Sería malo que no pusiéramos la atención debida a la gente que experimentó una injusticia; o sea, sería un mal uso de nuestra capacidad de memoria. La etiqueta de “los militantes de la memoria” también parece bastante peligrosa: puede ser una amenaza dirigida a cualquier emprendedor de la memoria. Si no hay memorias alternativas ofrecidas por estos grupos, ¿qué memoria quedará? ¿La memoria unívoca del estado (la narrativa maestra)? ¿Y qué pasa si el estado usa su poder para borrar la memoria? ¿Por qué la borraría? Las preguntas son preocupantes, pero importantes para tener en cuenta.
Por estas razones, se ve que hay un sentido ético que está conectado directamente con estas preguntas abiertas sobre la memoria. Por ejemplo, en 2040, ¿pensaremos cómo éramos en 2020 y si éramos ejemplos buenos para el futuro? Está claro: la memoria nos empuja a ser personas responsables y tolerantes, para que el futuro nos juzgue favorablemente.